Lo Que Nunca Pudo Ser

«El hombre era una bestia, su potencia física recordaba a Ronaldo, su fuerza era equiparable a la de cualquier defensor central top».

La mística de los atacantes brasileños es enorme, Pelé, Romario, Rivaldo y Ronaldo son la prueba superficial de esto. Jugadores míticos, nada más. Otro chico de «favela» que buscó emular los pasos de los grandes fue el letal Adriano Leite, su zancada era una cosa de locos, el brutal tiro con el que contaba era la pesadilla de los guardametas, era imposible de tirar hasta para los zagueros del Calcio, parecía un toro indomable.

Su talento le costó asentarse de forma rápida en uno de los grandes de Italia, el Inter de Milán; lugar que ya había visto pasar años de altibajos a su paisano O´Fenómeno, la ilusión era obvia, era difícil imaginar a un delantero extraordinariamente similar a Ronaldo, sólo que su ventaja era lo que tanto le costó a este durante toda su carrera, su salud física. Adriano no presentaba problemas pronunciados en la rodilla ni en ninguna parte del cuerpo a diferencia de R9.

Un par de temporadas a gran nivel le bastaron para ser considerado como uno de los mejores jugadores del mundo y le valió su convocatoria a la Copa del Mundo en el año 2006. Ese año fue el último en el que recordamos al Adriano que nos hizo emocionarnos y gritar sus potentes diablazos de cualquier parte del campo. El inicio del 2007 fue la flecha en el talón de un hombre que aún sin ser tan evidente, sufría de un carácter bastante explosivo, la muerte de su padre lo persiguió toda la vida. Lleno de tristeza y falto del hombre que le dio la vida, Adriano nunca volvió a ser el mismo, el diamante en bruto de los del Internazionale se convirtió en un triste carbón que ya no interesaba a quienes antes lo habían admirado y querido.

Problemas y más problemas llenaron la vida de aquel brasileño que apuntaba para grandes cosas, desde problemas con la policía hasta peleas en antros, fotos con traficantes y problemas de violencia familiar, El Imperio de IL Emperador pereció como Constantinopla. La cercanía con su padre y un dolor que nunca pudo superar se quedarán grabados en nuestra mente, las desgracias de la vida que para alguien es difícil salir de ahí, el abismo emocional al que se enfrenta el ser humano, el no sentirse a poyado, el sentirse sólo, la rabia en su punto, nunca sabremos todo lo que experimentó Adriano Leite al despertar cada mañana, nunca conoceremos su dolor y su pena interna que llevó por años y evitó que pudiera desarrollarse de la manera en la que todos esperaban. Fue una emoción pasajera, un suceso extraordinario que duró muy poco. Es aquello de lo que nunca pudo ser

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